jueves, 5 de junio de 2008

Flujo

Los autos vienen y van; distintos personajes anónimos recorren diariamente las mismas calles atiborradas de movimiento…

Un ritmo frenético llena mis pupilas, el mismo ritmo al que día a día debo acostumbrarme para no ser devorado por este gigante de concreto y asfalto. No existe ni el tiempo ni el espacio, simplemente queda el flujo continuo de una materia incorpórea llamada realidad.

Desde la ventana sucia y empolvada de un viejo vehículo a punto de caerse a pedazos me siento distante al circuito; me abstraigo en pensamientos vánales e intrascendentes sobre todos aquellos a quienes observo inquisitivamente, violentando su relativa privacidad.

En mi mente recreo sus conversaciones, sus emociones y pensamientos. Al observar a través de la ventana busco evaporarme, liberarme de mi corporalidad para ser alguien más, alguno de los muchos entes repetitivos que deambulan por las calles, que manejan sus autos del punto A al B y vuelta a empezar… quisiera dejarme atrás para acoplarme a otro ser que se conforme con integrarse al sistema y que nunca observe a través del cristal…

1 comentario:

Ekatherine Cardona Díaz dijo...

Son muchos los que habitan en la piel de la ciudad, a través de los recuerdos que se erigen tras el cristal, lleno no de polvo, quizás de momentos que quedan impregnados y que el encargado se ha negado a darles una urna en el desagüe, junto con el último cambio de aceite.

En todas las páginas que he visto, están sus versiones, quizás hay muchas inéditas que no alcanzará hacer o no querrá hacer llegar a la imprenta.

Si algún día deja una de sus pieles colgada en el perchero, ¿Podría prestármela un momento?